Hace unas semanas Lammermoor volvió a sorprenderme con la noticia de que me enviaba de obsequio tres libros de su adorado Miguel Delibes (1920 – 2010) y uno de su no menos querido Ricardo Menéndez Salmón (1971). La semana pasada, junto con las bellas ediciones de la colección Austral, de ediciones Destino, también recibí un libro de Seix Barral, la carta de L, y cinco marcapáginas: uno del ayuntamiento de Langreo y dos de ellos de sus viajes a Lisboa y Florencia.

Desde que en septiembre del año pasado disfruté de Señora de rojo sobre fondo gris (1991), gracias también a Lammermoor, tengo a Miguel Delibes por un grande de las letras castellanas.  Lamentablemente sus obras más representativas aún no se pueden conseguir en Lima (así de alarmante sigue la situación). De milagro este año adquirí y leí gracias a los libreros de viejo Los santos inocentes (1981), que me encantó tanto como la versión cinematográfica, y ubiqué en un supermercado Vivir al día (1975), una recopilación de artículos del escritor vallisoletano.

En la pasada feria del libro de Ricardo Palma (para mí lo mejor de esa cita libresca fue su retorno al parque Kennedy de Miraflores –el parque de los gatos–  que inspiró al afiche publicitario), el amigo Pollo me pasó el dato que en un stand, y de remate, estaban disponibles un par de títulos de Delibes. Cuando me apersoné al lugar, sólo quedaba el libro de cuentos La mortaja, pero luego de darle una ojeada al librito, su estado (la humedad y la desidia fueron implacables) y precio (la verdad no era muy elevado, mas no lo consideré justo) me tiraron para atrás. Hoy que he sumado como leídos dos nuevos libros de Delibes, y me aguarda otro, no volvería a cometer semejante discriminación, por más que el título encontrado no forme parte de su lista de obras consagradas, salvo que se trate de uno de sus libros de caza.

A continuación, pasaré a comentarles brevemente El camino (1950) y Cinco horas con Mario (1966). Si no me vence el sueño, les hablaré algo de Derrumbe (2008), novela del escritor asturiano Ricardo Menéndez Salmón que me ha dejado medio grogui, pero no K.O., ya que este mes me ha dado muchos motivos para sonreír y me hallo “inasequible al desaliento”. ;-)

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El camino (1950) es sin duda uno de los mejores libros que llevo leídos el presente año, y que un par de años atrás, si lo encontraba en librerías, mis prejuicios me habrían hecho recelar debido a su temática, el ambiente rural donde se desarrolla y a que la perspectiva infantil de algunas ficciones no termina por convencerme. Lo mismo que en su momento dije sobre el estilo de Delibes en Señora de rojo sobre fondo gris (prosa limpia, trabajada, sin mayores estridencias, etc.) tranquilamente se podría aplicar en esta magnífica novela de alrededor de doscientas páginas que se leen y releen con sumo placer.

David, el Mochuelo, es un niño de once años de edad que pasa su última noche en casa -antes de su partida a la ciudad para estudiar el Bachillerato- desvelado por los recuerdos de su pueblo y sus habitantes; invadido del paisaje rural que es parte de su ser y del paisaje humano que le ha dado a conocer, entre otros sentimientos, el amor y el dolor frente a la muerte; y resignado por lo inútil que sería rebelarse, en su condición, a los designios de su padre, Salvador, el quesero del valle, quien desea que su hijo progrese y no termine como él.

Con maestría, Delibes describe una serie de personajes, todos ellos con los apelativos que se ganaron por diversos motivos, y que sustituyen, fuera de sus casas, a sus nombres de pila: el Manco, el Mutilado, las Guindillas (la puritana Guindilla Mayor es un personaje caricaturesco, pero no irreal), las Lepóridas, el Indiano, el Buche, el Peón, el Sindiós, etc. Son infaltables las situaciones de humor y las anécdotas que invitan a la reflexión y a la nostalgia.

La pandilla del Mochuelo la conforman Roque, el Moñigo (hijo de Paco, el herrero, y hermano de Sara), el líder digamos natural (“La prepotencia, aquí, la determinaba el bíceps y no la inteligencia, ni las habilidades, ni la voluntad. Después de todo, era una cosa razonable, pertinente y lógica”), y Germán, el Tiñoso, uno de los diez hijos de Andrés, “el hombre que de perfil no se ve”, el zapatero. Un trío que se las trae. Por si alguien no ha leído el libro, no desvelaré sus travesuras, una de ellas determinante y que “benefició” a don Moisés, el profesor, apodado el Peón… “aquel pueblo administraba el sacramento del bautismo con una pródiga y mordaz desconsideración."

Bueno, para mañana dejaré mis comentaros sobre Cinco horas con Mario y Derrumbe. Considero que El camino es un imprescindible. Así que anímense a leer esta novela si todavía no lo han hecho: fondo y forma lo valen. Si no fuera por Lammermoor, yo seguiría en la inopia.

Le gustaba al Mochuelo sentir sobre sí la quietud serena y reposada del valle, contemplar el conglomerado de prados, divididos en parcelas y salpicados de caseríos dispersos. Y, de vez en cuando, las manchas oscuras y espesas de los bosques y castaños o la tonalidad clara y mate de las aglomeraciones de eucaliptos. A lo lejos, por todas partes, las montañas, que, según la estación y el clima, alteraban su contextura, pasando de una extraña ingravidez vegetal a una solidez densa, mineral y plomiza en los días oscuros.

Comprendía Daniel, el Mochuelo, que ya no le sería fácil dormirse. Su cabeza, desbocada hacia los recuerdos, en una febril excitación, era un hervidero apasionado, sin un momento de reposo. Y lo malo era que al día siguiente habría de madrugar para tomar el rápido que le condujese a la ciudad. Pero no podía evitarlo. No era Daniel, el Mochuelo, quien reclamaba a las cosas y al valle, sino las cosas y el valle quienes se le imponían, envolviéndole en sus rumores vitales, en sus afanes ímprobos, en los nimios y múltiples detalles de cada día.

13 comentarios:

Jesús Artacho dijo...

Hola, R. Me alegro de que sigan llegando tus entradas, deduzco de ello que regresas. Si es así, es una buena noticia. "El camino" es uno de los primeros libros que leí. Como a otras muchas personas, me lo hicieron leer en el colegio, y a pesar de la imposición lo disfruté, pero reconozco que no me acuerdo de muchas cosas, han pasado ya muchos años y muchos libros desde entonces!
Aparte de este, de Delibes los que he leído son "Las ratas" y "El hereje", que creo que es el que más me gustó. El final me emocionó.
Saludos!

lammermoor dijo...

Hola, R me alegro de que el paquete haya llegado tan rápido. Y que te hayan gustado los libros.
Hablando de las ediciones, es mucho más guapa (bonita) la edicón de El Camino que te envié que la que tengo yo, de hace bastante tiempo.
En cuanto al libro lo releí este verano y me pareció una auténtica joya, tanto desde el punto de vista formal, como estructura la novela a lo largo de una noche de insomnio, como del contenido. Hay ternura, risa,amor, tristeza, inocencia, ...

Como soy menos habilidosa o más vaga que Isi, estos marcapáginas no son MIB pero aún así espero que te acompañen en un montón de lecturas.

Un beso

Isi dijo...

Bueno Lammermoor, que lo de ser habilidosa me dá que aún no podemos decirlo porque no te has puesto a ello ;)
Pues qué decir, que menudo regalazo! Estas ediciones son preciosas, no las había visto antes, y además confieso que Miguel Delibes es uno de mis eternos pendientes.. Por poco tiempo, porque mi padre me ha prestado un libro suyo y está por ahí esperando su turno.

A Menéndez Salmón tampoco lo he leído, pero he de confesar que de momento no me apetece mucho (ya se verá).

PD: Aryel casi te pisa los libros :D

R. dijo...

Jesús: ¡Qué tal! Como verás, yo acá pasándomela bien leyendo vuestros comentarios, retomando el blog.
El primer libro que leí de Delibes fue El hereje, gracias a la edición de un diario capitalino. Debo confesar que me costó un poco agarrarle el ritmo, pero me gustó el retrato que hace el autor de una época signada por la intolerancia religiosa.
Estoy seguro de que si algún día te animas a releer El camino va a ser un grata experiencia.

Lammermoor: No sé si te percataste que tanto las ediciones de El camino y Cinco horas con Mario que me regalaste, tienen al principio de sus páginas notas enriquecedoras sobre el autor y el texto en sí, los que estoy disfrutando de a pocos.
Pues ya te puedes imaginar mis libros (lecturas y relecturas) con sus respectivos separadores internacionales. ;)

Isi: Me da curiosidad saber con qué libro de Delibes te vas a estrenar. Ya me imagino esa listota de pendientes.
En cuanto a Menéndez Salmón, pues llevo dos libros leídos y para mí es un escritor "diferente", poco común, con un estilo propio que exige la participación activa del lector, y eso no me disgusta para nada.
En cuanto al michi, fíjate que es muy respetuoso con mis obsequios, y pasa y repasa por un lado, de puntitas, sin profanarlos. :)

Se me cuidan,
R.

Anónimo dijo...

Que alegría R poder volver a disfrutar de tus comentarios. A Delibes lo leí hace bastantes años y quedó ahí, en ese cajón del cerebro donde reposan las buenas lecturas.

loquemeahorro dijo...

Yo me leí (como casi toda mi generación) "El Camino" en el colegio, y guardo un buen recuerdo, aunque lo que más me quedó con los años fue una cierta sensación de tristeza.

No recuerdo en qué edición lo leí, pero creo que era muy cutre, esas portadas tan bonitas "no las teníamos en mis tiempos".

Qué maja Lammermoor, qué regalos más chulos

R. dijo...

Oesido: Delibes es un escritor que, como verás, estoy descubriendo.
Y bueno, yo también guardo muy buenos recuerdos de los autores y libros que leí hace bastante tiempo, así que creo que será mejor no romper el hechizo. O no sé.

Loquemeahorro: Me has hecho pensar en cuál es el libro de mi (de)generación... En otras palabras, qué es lo que nos obligaban a leer. Seguiré meditándolo. ;)
Debo reconocer que al final de El camino me "anegó la tristeza", ¿o era melancolía?
Sí, las ediciones que escogió Lammermoor son la mar de bonitas.

Gracias por vuestra visita y comentarios.
Saludines,
R.

mario skan dijo...

Hola R: la bibliotecaria me habló muy bien de Mujer con el fondo. Te cuento que ahora tengo en mi mano Diario de un emigrante, un una edición pocket de destino, siempre que escribes sobre Delibes voy al estante, lo tomo pero siempre estoy enganchado con otro libro asi que lo dejo para más adelante. Suerte la tuya que te obsequian libros que surcan el océano.
Pienso como Oesido, volviste al ruedo.
saludos totales

R. dijo...

Mario: Sí, amigo. De vuelta al ruedo y con mucha suerte.
Te cuento que esta semana he estado enganchado con Coetzee y Verano, lo cual me ha llevado a releer varios pasajes de sus libros ya leídos.
Sé que Delibes viajó a fines de los cincuenta por Chile, Argentina, Uruguay y Brasil y de esa experiencia nació Diario de un emigrante. A ver si te animas a darle un vistazo.

Saludos!
R.

Vero dijo...

Qué bonitas las ediciones que enseñas. Yo acabo de terminar "El camino" y me ha gustado mucho. La semana que viene saldrá la reseña.
Solo decirte que me gusta mucho cómo describe a los personajes y el paisaje rural y segundo (y esto es a parte) tu nuevo puntero gatuno.

Besos.

R. dijo...

Vero: Espero con ansias leer tu reseña de esta novela de Delibes que a mí me ha encantado. Veo que en aNobii le has puesto 4 estrellas.
¿Cuánto colaboran, estimulan a la lectura ediciones tan bonitas como esta, no?
Mi puntero gatuno lo tenía desde fines del año pasado. Parece que recién lo pueden apreciar. ;)
Feliz domingo!!!
Te me cuidas,
R.

Vero dijo...

R. pues parece que el puntero lo he visto hace poco, qué extraño, porque a tu blog he entrado bastante...
El camino me ha gustado bastante, pero ya he visto que vosotros le habéis puesto 5 estrellas, no?

Besos.

R. dijo...

Vero: Por si acaso, en la parte superior izquierda del blog -en toda la esquina- hay otro michi que se despierta con un click. ;)
Un 4.5 se convirtió en 5 estrellas para esa entrañable novela de Delibes.
Saludines,