El martes, con la caída de la noche, un manto de desolación me iba cubriendo en el peor de los escenarios: rodeado de libros. Me explico. Resulta que ayer fui a recoger un libro que le encargué a una de mis caseras de Quilca, título que representaría ahora sí mi última adquisición del año. Luego de dar algunas vueltas sin ver nada que llamara mi atención, me apersoné a su stand y recibí una respuesta negativa que me puso al borde del suicidio... Sí, sí, exagero, mas créanme que empecé a sentir una tristeza infinita que sólo podía paliar comprándome "cualquier cosa". ¿Síntoma inequívoco del consumismo? ¡Terrible!

De cometer un desatino me salvó el descubrimiento de una pareja de esposos que venden libros de segunda mano (cada uno tiene su propio puesto de venta, uno al frente del otro) en el Jirón Camaná. Pero, ojo, no son unos vendedores del común. Dejando de lado la incontinencia verbal del señor, compensada con la amabilidad de la doña, resulta que estas almas gemelas, inspiradas por el soplo divino, tienen una modalidad de venta muy particular y altamente beneficiosa para los lectores: El libro que compras, al final de su lectura lo puedes intercambiar por otro de su mismo valor, sin pagar un solo centavo... ¡Increíble! Y si de casualidad no había escuchado bien, se encargó de dejármelo clarito la señora cuando me vi con mi propio ejemplar en buenas condiciones de Las uvas de la ira, uno de los mejores libros que he leído este año y que me prestó el amigo Pollo, quien también me presentó a la singular parejita. En librerías, tanto la edición de Cátedra como la de Tusquets de la novela de Steinbeck cuestan un ojo de la cara. Como se imaginarán, yo feliz.

La verdad, no deberían sorprenderme las gratas sorpresas que me he llevado este año gracias a los libreros de viejo. Los seis libros que conseguí leer de Eduardo Mendoza se los debo a ellos. Además, la semana pasada compré 3 títulos en antiguas colecciones de RBA Editores, nuevos y, por si fuera poco, encontré un librito con ilustraciones (a cargo de Celestino Piatti) de Miguel Delibes, que se titula El mundo en la agonía (Círculo de Lectores, 1988), el cual, curiosamente, leí el fin de semana pasado mientras me sentía agredido por la naturaleza. En fin, esa es otra historia. Para que tengan una idea del tema del libro de Delibes los remito al post del amigo Homo libris: Un mundo que agoniza.

Y estas también fueron, ahora sí, mis últimas adquisiciones del 2010:

Mecanismos internos. Ensayos 2000-2005 (DeBolsillo, 2010), de J.M. Coetzee. Libro que leeré de a pocos. Como un dato no menor, no sé si han leído la lista de Libros del año de Babelia. Verano (Mondadori, 2010) figura en el puesto número uno.

¿Puede un escritor ser el autor de uno de los mejores libros que has leído y también de uno de los peores? Para mí, sí. En su momento, el norteamericano Cormac McCarthy me mostró su genialidad con Meridiano de sangre (que figura en mi top de tops),  Todos los hermosos caballos (primera parte de su trilogía de la frontera) y No es país para viejos. Por el contrario, aborrecí su primera novela: El guardián del vergel (al punto de plantearme la posibilidad de descartarlo de plano), y La carretera me dejó indiferente, pese a lo cual no dejo de recomendarla. El punto es que ya venía siendo hora de que retome su trilogía, y me compré: En la frontera (DeBolsillo, 2008) y Ciudades de la llanura (DeBolsillo, 2009).

Tuareg, de Alberto Vásquez-Figueroa. Novela que es parte de un díptico. Si la memoria no me falla, será mi segundo libro de este autor español.

Memorias de África, de la baronesa danesa Karen von Blixen-Finecke... Isak Dinesen para los lectores. Supongo que habrá quien o haya leído el libro o haya visto su adaptación cinematográfica, Out of Africa (1985), dirigida por Sydney Pollack, con Meryl Streep y Robert Redford en el reparto. Yo empezaré por el libro.

La novela de Perón, del argentino Tomás Eloy Martínez, escritor que falleció en enero de este año, de quien he leído La mano del amo, Santa Evita y El vuelo de la reina.

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Listo. No puedo quejarme. Tengo lecturas garantizadas para enero del 2011, jeje. Sólo me queda desearles a todos ustedes un ¡FELIZ AÑO NUEVO!

Hoy por la tarde reuní mis libros que llevo leídos este 2010 para la sesión fotográfica de rigor; en todo momento tuve que lidiar con el robacámaras de Aryel, pero creo que no me han salido del todo mal las fotitos. Esta lista la vengo elaborando desde el domingo, la cual incluye no sólo los libros de mi propiedad (3 de ellos releídos) sino también los que me prestaron (4), un par de e-books, y los que abandoné o dejé a medias.

A diferencia del año pasado, esta vez he apelado a los colores para remarcar mis gustos y disgustos; de manera que en verde están los títulos para mí imprescindibles; en azul los que me gustaron y creo que gustarán a más de uno; en granate los que en parte me decepcionaron (expectativas demasiado altas), aunque no por ello son malos. En rojo van los que considero malísimos, pero como sobre gustos y colores..., habrá quien los haya disfrutado o disfrute cuando se decida a leerlos. Como verán, priman los regularones: en negro.

Un detalle: aquí y aquí encontrarán someros comentarios y/o divagaciones en torno a los primeros catorce títulos. Antes de dejarles con mi recuento, les deseo a todos ustedes, mis amigos, una ¡FELIZ NAVIDAD! Pásenlo lindo en compañía de sus seres amados. :-)

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1. En el tiempo de las mariposas, Julia Álvarez
2. El descubrimiento de España, Fernando Iwasaki
3. Los hombres que no amaban a las mujeres, Stieg Larsson
4. Los santos inocentes, Miguel Delibes
5. El séptimo velo, Juan Manuel de Prada
6. Exploradores del abismo, Enrique Vila-Matas
7. La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, Sietg Larsson
8. La palabra del mudo (I), Julio Ramón Ribeyro
9. La reina en el palacio de las corrientes de aire, Stieg Larsson
10. Hijos sin hijos, Enrique Vila-Matas

11. El Museo de la Inocencia, Orhan Pamuk
12. El corazón helado, Almudena Grandes
13. Ni de Eva ni de Adán***, Amélie Nothomb
14. El sueño de Inocencio, Gerardo Laveaga
15. La palabra del mudo (II), Julio Ramón Ribeyro. Los cuentos de mi compatriota no tienen pierde.
16. La hierba roja, Boris Vian. Desconcertante. Es un autor a descubrir.
17. La soledad de los números primos, Paolo Giordano. No me gustó el estilo (pobrísimo), detesté a uno de los personajes.
18. Cartas a Juan Antonio I (1953 - 1958)**, Julio Ramón Ribeyro
19. Cartas a Juan Antonio II (1958 - 1970)**, Julio Ramón Ribeyro. Tarde o temprano tendré que adquirir estos dos libros.
20. Los mejores cuentos de hombres casados, Marcelo Birmajer. Una suerte de antología bastante irregular.
21. Una novelita lumpen*, Roberto Bolaño. Una nouvelle del chileno sin pretensiones, escrita por encargo, pero que ni en su relectura me ha decepcionado. Supuestamente el próximo año será llevada al cine.
22. El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, Haruki Murakami. Creo que de puro fan no la dejé a medias (y porque me costó lo suyo). Felizmente mejora en los tramos finales. Nunca la recomendaría.
23. El discurso vacío, Mario Levrero. Es como si el uruguayo te preparara el terreno para algo mejor.

24. Vivir al día, Miguel Delibes. Compilación de artículos de este genial escritor  (1953 - 1967).
25. La traición de Rita Hayworth, Manuel Puig. Estilo infumable. Mi novela favorita de Puig seguirá siendo El beso de la mujer araña.
26. El asombroso viaje de Pomponio Flato, Eduardo Mendoza. Sí, me reí.
27. La novela luminosa, Mario Levrero. ¡Qué delicia de libro!
28. La muchacha de las bragas de oro, Juan Marsé. Uff. ¡Vaya desenlace!
29. El rufián moldavo, Edgardo Cozarinsky. No me disgustó.
30. Veinticuatro horas de la vida de una mujer, Stefan Zweig. Habrá que buscar sus títulos más recomendados, aunque la verdad no me atraen los libros de tan pocas páginas.
31. Triste, solitario y final, Osvaldo Soriano. Anodina.
32. Sin noticias de Gurb, Eduardo Mendoza. ¡Desternillante!
33. En tierras bajas, Herta Müller. Una regular colección de cuentos de la Nobel 2009.

34. La bailarina y el inglés, Emilio Calderón. Podría ir en azul.
35. Engaño, Philip Roth. Como no tenía buenas referencias, pues es uno más de los libros que llevo leídos de este gran escritor norteamericano.
36. Abierto toda la noche, David Trueba. Hilarante, sí, pero un humor bastante vulgar.
37. Mauricio o las elecciones primarias, Eduardo Mendoza. Se deja leer.
38. Parménides, César Aira. Todavía no lo asimilo.
39. Saber perder, David Trueba. A pesar de que por ratos tenía la sensación de estar ante una telenovela escrita, la recomiendo, máxime si te gusta el fútbol.
40. El Tercer Reich, Roberto Bolaño. Tiene el sello de Bolaño. No la recomendaría para iniciarse en los libros del chileno.
41. El sabueso de los Baskerville, Conan Doyle. Me reoncilié con Sir Arthur.
42. El búfalo de la noche, Guillermo Arriaga. Se nota el oficio de guionista de su autor.
43. Lo que le falta al tiempo, Ángela Becerra. Me gustó más que Ella, que todo lo tuvo, y eso es bastante.

44. Un milagro en equilibrio, Lucía Etxebarría. Sí, ya me lo habían advertido... Eso sí, pensé en alguien que tal vez le gustaría leer algo así.
45. Mil soles espléndidos, Khaled Hosseini. Dura, emotiva, lástima que demasiado maniquea.
46. El asedio, Arturo Pérez-Reverte. Fascinante en varios pasajes. P-R derrocha talento en esta novela.
47. La verdad sobre el caso Savolta, Eduardo Mendoza. Pensé que iba a ser más compleja, estructuralmente hablando. Me olía el final.
48. Arqueros, ilusionistas y goleadores, Osvaldo Soriano. Excelente selección de relatos y crónicas que todo amante del fútbol debería leer.
49. El hombre en el castillo, Philip K. Dick. Flojo desenlace.
50. Utz, Bruce Chatwin. Confieso que la compré exclusivamente por su número de caracteres: 3
51. Fuera, Susanna Tamaro. No pueden editar un libro de cuentos tan simplón.
52. El sobrino de Wittgenstein, Thomas Bernhard. Un deleite.
53. El arte de la resurrección, Hernán Rivera Letelier. Me recordaba a otros libros ambientados en la "exótica" latinoamérica y sus excéntricos personajes, costumbres y peculiar forma de hablar.

54. En el nombre del cerdo, Pablo Tusset. La vi y me acordé de una reseña de Isi. Tiene un personaje entrañabilísimo.
55. Dublinesca, Enrique Vila-Matas. El catalán en estado puro.
56. Matar a un ruiseñor, Harper Lee. Tengo una duda: ¿Seré un insensible? Algo me dice que en mi chiquititud vi la película y por eso ya intuía cómo iba a acabar.
57. El desencuentro, Fernando Schwartz. Va de amores algo tortuosos.
58. El laberinto de las aceitunas, Eduardo Mendoza. ¡Espléndido! Qué gran narrador es Mendoza.
59. Valfierno, Martín Caparrós. Muchas vueltas para algo que prometía y naufraga en el intento. Podría ir en rojo.
60. Dietario voluble, Enrique Vila-Matas. ¿Ya les conté que V-M vino a Lima?
61. La aventura del tocador de señoras, Eduardo Mendoza. Quizá un escalón más abajo que su predecesora.
62. Firmin, Sam Savage. ¡Oh, la ratita!
63. Sonata para kamikazes, Giancarlo Poma Linares. Plausible.

64. Cuatro amigos, David Trueba. Ligera, tragicómica.
65. Crecer es un oficio triste, Santiago Roncagliolo. Cuentos la mayor parte ambientados en la Lima de los ochenta. Una Lima que ya es parte del pasado.
66. Todo bajo el cielo, Matilde Asensi. Trepidante, lenguaje plano. Algo inverosímil.
67. Historias de amor, Adolfo Bioy Casares. Un solo cuento se salva.
68. El cuento número trece, Diane Setterfield. Intrigante, por ratos no sabía por dónde iba la cosa. Al final todo encaja. Una oda a la literatura, a los libros; al arte de contar como exorcismo y salvación.
69. Todo fluye, Vasili Grossman. Desgarradora. Como para empezar a descubrir a este escritor ruso. No es una novela convencional. Tienen que leerla, así como darle una oportunidad a Vida y destino.
70. Tierras de poniente, J.M. Coetzee. Dos nouvelles conforman el primer libro del Nobel sudafricano. La segunda me recordó a Cormac McCarthy por su crudeza y brutalidad.
71. La semana tiene siete mujeres, Gustavo Rodríguez. Para pasar el rato.
72. Nuestra pandilla, Philip Roth. Maneja un peculiar sentido del humor crítico a la era Nixon.
73. Las formas de la pereza, Héctor Abad Faciolince. Un muy buen conjunto de ensayos del autor de El olvido que seremos.

74. Los pilares de la tierra, Ken Follett. No apunté nada, no tiene ninguna cita citable, pero cómo me tuvo enganchado.
75. Lecturas de mí mismo, Philip Roth. Imperdible para sus fans.
76. Un beso de invierno, José de Piérola. Hay una versión corregida y aumentada de esta novela que se sitúa dentro de las narraciones de la violencia política.
77. El corrido de Dante, Eduardo González Viaña. Retrata lo duro y fregado que es ser un inmigrante en USA.
78. El futuro de mi cuerpo**, Luis Hernán Castañeda. ¡Qué decepción!
79. El extranjero*, Albert Camus. Placentera relectura.
80. Las uvas de la ira, Jonn Steinbeck. ¡Tremenda! De lectura obligatoria.
81. Tan cerca de la vida, Santiago Roncagliolo. No hacía falta que su autor mencionara a Murakami y a las pelis de terror asiáticas como sus referentes.
82. El sueño del celta, Mario Vargas Llosa. Para mí está lejos de sus obras maestras, pero hay que reconocer que hace de Roger Casement un personaje fascinante.
83. Esperando a Godot, Samuel Beckett. Teatro del absurdo, le llaman.
84. Opiniones de un payaso*, Heinrich Böll. El narrador personaje me resultó un ser insufrible.
85. La conspiración de la fortuna, Héctor Aguilar Camín. Mafias, narcotráfico, corrupción a todo nivel, y la alegría de estar vivos pese al infortunio.

86. El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad. Una joyita.
87. El camino, Miguel Delibes. Otra joyita.
88. Derrumbe, Ricardo Menéndez Salmón. Desasosegante.
89. Cinco horas con Mario, Miguel Delibes. Ya la comenté. Sigo sin ver la peli.
90. Verano, J.M. Coetzee. De lejos es uno de sus mejores libros. Vendría a ser la tercera parte de sus autobiografías noveladas, pero hay un cambio de registro potencializador.
91. Otros lugares de interés, Enrique Planas. No hay mucha sorpresa al final.
92. La violencia del tiempo, Miguel Gutiérrez. Ambiciosa novela que no sólo se desarrolla en territorio nacional, sino que también nos traslada a las comunas de París, a la España de fines del S. XIX. Por sus páginas se pasean 5 generaciones. Es un monumental fresco que retrata las desigualdades que aún imperan en el Perú.
93. Nueve semanas y media***, Elizabeth McNeill. La curiosidad me llevó a imprimir esta novelita, supuestamente para incrementar mi bagaje sobre literatura erótica. ¡Pésima!
94. Karaoke, Leonardo Aguirre. Fuera del ámbito local, este libro sonará a chino.
95. Voces del desierto, Nélida Piñon. La protaginista es Sherezada (ficción sobre la ficción). Exquisita por momentos gracias a su refinado erotismo. Lástima que le sobran páginas. Podría ir en azul.
96. Extraña forma de vida, Enrique Vila-Matas. "Lo que pasa cuando no pasa nada" de Dublinesca, pero en versión comprimida. ¡Buenísimo!


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(*) Relecturas: 3
(**) Préstamos: 3 (Ya conseguí mi ejemplar de Las uvas de la ira.)
(***) E-books: 2



Abandonados, leídos a medias:

Yo, Goya, Carlos Rojas

La caza sutil, Julio Ramón Ribeyro
Cuentos. Volumen I, Scott Fitzgerald
Expiación, Ian McEwan


Estamos a mediados de diciembre, se acaba el año. Sí, vaya noticia. Yo por estas fechas además de no disponer de mucho tiempo para la lectura, me la paso tonteando en la red, y así pasan los días y no escribo nada para este blog; al menos algún párrafo decente sobre dos libros (uno de ellos una novela total) que sin duda encabezarán mi ranking de mejores lecturas 2010. ¿Me alcanzará el tiempo para elaborar esa lista? Espero que sí y ojalá también pueda hacer mi recuento anual de lecturas; sí, con fotos y algún comentario y/o puntaje, lo cual será un ejercicio divertido. De momento sólo puedo decir que la cifra no va a variar mucho en relación al número de libros leídos el año pasado, aunque sí creo que la calidad ha sufrido un leve bajón, esto en apariencia, digamos a priori.

Antes de poner en práctica todo ello (revisar mi lista manuscrita, ir sacando mis ejemplares, acomodarlos para las fotos, hacer memoria, ver mis apuntes, etc., etc.), les muestro mis últimas adquisiciones 2010. Bueno, a lo mejor no serán las últimas, y es que es difícil no caer en la tentación. Ustedes me comprenden. ;-)

Extraña forma de vida (1997) (Quinteto, 2008), de Enrique Vila-Matas. Quiso la Providencia que el domingo por la noche identificara este título en la página web de una librería  capitalina. Lo raro era que el ISBN no concordaba con la editorial que en la susodicha página señalaba, y para colmo el nombre del autor estaba mal escrito, así que tuve mis dudas que sólo podía despejarlas in situ. El lunes le hice buscar y rebuscar a un vendedor el librito del catalán en la colección de Quinteto y felizmente lo encontró.

Karaoke (Magreb, 2010), de Leonardo Aguirre. He leído los 3 libros anteriores de este controversial escritor nacional. Si bien no tiene las mejores críticas (cosa que estoy comprobándolo por mí mismo), digamos que tenía curiosidad de leer esta su última publicación, además, la compra me sirvió para alcanzar cierta cifra y reclamar un cupón para un próximo sorteo de dinero y ¡libros!

Anoche me la pasé de lo lindo en Quilca comprando los siguientes títulos (los dos primeros permanecen sellados):

La caída de los gigantes (Plaza & Janés, 2010), de Ken Follett, la primera parte de su trilogía The Century. De este escritor sólo he leído Los pilares de la tierra (1989) que me gustó bastante y vi la miniserie que no está nada mal.

El cementerio de Praga (Lumen, 2010), de Umberto Eco. Hace tiempo que no leía a este escritor italiano, pues qué mejor que retomarlo con esta su última novela de la que tengo muy buenas referencias.

La pianista (1983) (Debolsillo, 2006), de la Nobel austríaca Elfriede Jelinek. Recuerdo haber visto la adaptación cinematográfica dirigida por Michael Haneke, capaz de herir la susceptibilidad de ciertos espectadores... Últimamente no me va muy bien leyendo a escritoras, pero esta novela hacía tiempo que llamaba mi atención. A ver cómo me irá.

El anticuario (Peisa, 2010), la primera novela del crítico, ensayista, blogger peruano Gustavo Faverón. Su blog Puente aéreo es altamente recomendable.

Por último, una novela que se me ha extraviado y tengo la intención de releer en esta edición económica que me atrajo: La casa verde (1965) (Punto de Lectura, 2010), del flamante Nobel Mario Vargas Llosa. De todas maneras tengo que retomar la búsqueda de mi antiguo ejemplar de Oveja negra, ya que dentro de sus páginas están ¡mis apuntes!

Y ahora, ¡a seguir leyendo!

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