1.

Como todos saben, dentro de las partes exteriores de un libro figura la que se denomina faja. La faja es una tira de papel que se coloca alrededor del libro. Cumple una función informativa y promocional. Indica, por ejemplo, la cantidad de ejemplares vendidos, el número de edición del libro, comentarios de la crítica, foto del autor, etc. Debo ser una de las pocas personas que las colecciona. De los libros que llevo leídos el presente mes, sólo dos me vinieron con fajas. A continuación, paso a compartir con ustedes el desconcertante contenido de una de ellas y las llamativas líneas -por decir lo menos- de la otra; desde mi limitado punto de vista, obvio.

La faja de El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas (1985) de Haruki Murakami apunta:

En dos mundos cercanos a Matrix y El señor de los Anillos, Murakami combina lirismo y un fino sentido del humor

“Una mezcla del castillo de Kafka, la biblioteca de Borges y Gran Hermano.”
The Village Voice

De la conocida trilogía de los hermanos Wachowski sólo vi en el cine Matrix Revolutions, previo apretado resumen de las dos anteriores películas. Poco o nada recuerdo de lo que me contaron y vi. Esto se solucionaría entrando a Wikipedia o consiguiéndome los DVDs respectivos. De otro lado, tengo como un eterno pendiente leer a J. R. R. Tolkien. Al menos intentarlo una vez más. Como muchos disfruté de la trilogía cinematográfica de El Señor de los Anillos dirigida por Peter Jackson, pero del primer libro de la saga no pasé. Me aturde no poder sintonizar con lo que dice en la faja del –por ahora- último libro traducido al castellano del japonés, ya que su libro de no ficción De qué hablo cuando hablo de correr (2007) aparecerá publicado el próximo mes. Cuando me toque comentar la novela tal vez tenga algo que decir sobre aquella mezcla a la que alude The Village Voice. Por el momento, sólo les puedo decir que me siento más murakamiano que nunca.

La faja de mi ejemplar de La soledad de los números primos (2008) de Paolo Giordano, además del número de edición, señala:

Un libro perfecto, construido con la sabiduría de un narrador experto.” Il Giornale

“[…] una fábula delicada y sutil sobre el azar y la fragilidad de la existencia. Sobre el despiadado rechazo social, desde la misma escuela, hacia los diferentes.” Mercedes Monmany, ABCD

Después de haber leído lo anterior, si es que no han corrido a comprarse la novela del italiano -elegida en el club de lectura Bibliolandia- apuesto que deben estar buscando la reseña completa del semanario ABCD. ¿Cómo que no? ¿Acaso no se dejan llevar por lo que dicen las fajas, las contratapas? Sí, tienen razón. Nunca (?) encontraremos un comentario negativo del libro que tenemos en nuestras manos en ninguna de sus partes. De ahí los chascos y las felices coincidencias. Yo aguardaré unos días más antes de comentar este libro, que ya ha merecido un post de Vero.

2.

Cuando días atrás leí muy por encima una reseña elogiosa de El Tercer Reich (Anagrama, 2010) -la novela póstuma de Roberto Bolaño- recordé el post donde conté cómo me iba haciendo de los libros del chileno y, ya que este mes había sumado un título más a mi colección, mediante la adquisición y relectura de Una novelita lumpen (Anagrama, 2009) -novela originariamente publicada en octubre del 2002 en la colección de Mondadori "Año 0”- decidí actualizar la foto de mi suma bolañeana con resultados poco óptimos debido a la continua intromisión de Aryel, mi gato. Hoy he aprovechado que el michi se ha mantenido a prudencial distancia de mis libros para actualizar no sólo la foto de mis ejemplares de Bolaño (16), sino también los de Pamuk (10) y Murakami (9) en los posts respectivos. Pero como quiero alardear un poquito, pegaré las fotos acá (son expandibles) Tengan en cuenta la cantidad de libros que poseemos y que luego de ser leídos ni más nos hemos vuelto a acercar a ellos, ni revisitado sus carátulas; así que…

 

3.

Mi nick en el Reto 2010 es Joanot. De los veintipocos libros que llevo leídos el presente año he logrado validar únicamente 18 y ya he utilizado mis 3 comodines. Es evidente que por el momento no sigo ninguna estrategia; que no adquiero ni leo mis libros de acuerdo al número de caracteres de sus títulos. Quizá más adelante adopte alguna estratagema o les pida consejo. 

¿Y a ustedes cómo les va con el Reto?

En realidad este post debería titularse “Mis lecturas de febrero”, o algo por el estilo, porque eso es lo que voy a comentarles brevemente: los libros que leí el mes pasado,  más la mención de uno que se coló en mi memoria y en la foto. Sí, ya sé que no he escrito hace casi dos meses, pero esto no ha querido decir que haya abandonado ni los libros (mi ritmo de lectura no ha sufrido ninguna variación) ni este espacio, menos vuestros blogs que leo con regularidad, aunque sólo de vez en cuando opine. Como algún visitante curioso habrá podido comprobar, siempre he estado actualizando, mediante la foto de rigor, la sección “Leyendo”, además de tener al día mi estantería virtual en aNobii. Quiero creer que la llegada del otoño en esta parte del hemisferio sur, de la mano de otros factores eminentemente personales, van a crear el ambiente propicio para postear con cierta regularidad; bueno, lo que yo entiendo por regularidad: siquiera dos entradas mensuales (que se las debo a los BIBs) y, lo no menos importante, trataré de estar a la altura de tan buenos lectores que me regalan su visita y comentarios. Así que, de momento, como quien va calentando motores, estos son los libros que leí en febrero:

La palabra del mudo ( I ), Julio Ramón Ribeyro
Este primer tomo de los cuentos completos de Ribeyro (1929 – 1994) está conformado por los libros:
- Los olvidados (6 cuentos)
- Los gallinazos sin plumas (1955)
- Cuentos de circunstancias (1958)
- Las botellas y los hombres (1964)
- Tres historias sublevantes (1964)
- Los cautivos (1972)
- El próximo mes me nivelo (1972)
La reina en el palacio de las corrientes de aire (2007), Stieg Larsson
Hijos sin hijos (1993), Enrique Vila-Matas
El Museo de la Inocencia (2008), Orhan Pamuk
El corazón helado (2007), Almudena Grandes
Ni de Eva ni de Adán (2007), Amélie Nothomb
El sueño de Inocencio (2006), Gerardo Laveaga

***

La palabra del mudo ( I ) (Seix Barral, 2009)
Gratificante lectura, y en muchos casos relectura, de los cuentos de mi compatriota, a quien cederé la palabra para animarlos –una vez más– a descubrirlo:
Cuentos, espejo de mi vida, pero también reflejo del mundo que me tocó vivir. En especial el de mi infancia y juventud, que intenté captar y representar en lo que a mi juicio, y acuerdo con mi propia sensibilidad, lo merecía: oscuros habitantes limeños y sus ilusiones frustradas, escenas de la vida familiar, Miraflores, el mar y los arenales, combates perdidos, militares, borrachines, escritores, hacendados, matones y maleantes, locos, putas, profesores, burócratas, Tarma y Huamanga, pero también Europa y mis pasiones y viajes y algunas historias salidas solamente de mi fantasía a eso se reducen mis cuentos, al menos por sus temas y personajes…

La reina en el palacio de las corrientes de aire (Destino, 2009)
Ya les conté el estado de enajenación en el que me hallé leyendo los dos primeros libros de la saga Millennium. Lo razonable hubiera sido esperar un tiempo antes de acometer la última entrega, como quien quiere provocarse mayor apetito lectoral o dilatar el reencuentro con sus protagonistas para que no se les desgasten tan rápidamente, sabiendo que ya no habrá un cuarto libro, salvo que la viuda se nos apiade y no se trate de un bluff. Millennium 2 concluye de tal manera que lo primero que hice fue correr parar leer su continuación (revelada ya la identidad de Zalachenko) y devorar páginas y páginas hasta que intuí que la vida de cierto personaje central no corría peligro, a la par que se me estaba haciendo pesada la trama (todo ese rollo de La Sección se me hacía infumable), lo cual aproveché para hacer una pausa en su lectura. Coincido con muchos amigos bloggers, que en su momento estuvieron pendientes de la publicación de este libro (yo como no soy lector de sagas, no sé lo que es esperar meses e incluso años para que te develen los hechos que siguen a ese desquiciante continuará…), en que la parte del juicio, tan bien llevado por Annika Giannini -la hermana abogada del cafeinómano Mikael Blomkvist- es de antología. Hasta siempre, Lisbeth.

Hijos sin hijos (Compactos Anagrama, 2001)
Hay ciertos autores que forzosamente asociamos a una determinada casa o grupo editorial. A Enrique Vila-Matas siempre lo identifiqué con el sello Anagrama (tengo un libro homenaje a Roberto Bolaño que contiene fotos donde aparece con el chileno y Jorge Herralde), pese a que tiene una buena cantidad de libros editados en otras editoriales, pero que no son los más renombrados. Íntima y quizá ilusamente celebré su cambio de camiseta editorial, ya que aquí en Lima los libros de Anagrama están por las nubes y los Compactos son bastante escasos. Podría ser que a partir de Dublinesca (2009) sus nuevas publicaciones sean más accesibles en toda la extensión de la palabra.
Hijos sin hijos es una bastante convencional colección de cuentos que mi amiga Insana rescató para mí. Subrayo lo de convencional ya que el catalán es tildado de escritor para escritores y no sé cuántas monsergas más que no me han impedido disfrutar sus hasta ahora nueve libros que he podido reunir.

***

Líneas arriba debo haber dado la impresión de jactarme de no padecer las penurias de los lectores de sagas. Yo padezco la peor de las penurias: la de habitar un país del tercer mundo con contadas librerías, que encima es la sucursal del cielo de la piratería (leer el pasado artículo, La vida entre piratas, del norteamerincaico Daniel Alarcón). El punto es que aproximadamente debo esperar 4 meses o más hasta llegue el libro que me interesa leer; a veces ni llega. Otras veces la espera no es mucha si el autor y/o el libro y/o editorial son lo suficientemente comerciales. Las más de las veces sólo queda esperar hasta que llegue la edición económica. Esta espera lo único que hace es aumentar mis expectativas, lo que incide en mi apreciación final de lo leído, como podría ser el caso de la siguiente lectura.

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El Museo de la Inocencia (Mondadori, 2009)
Como se podrá deducir de un post antiguo, varias menciones aisladas, y 10 libros hasta ahora leídos, el turco Orhan Pamuk es uno de mis escritores favoritos, de ahí que, infundadamente o no, le exija una obra a la altura de los libros que lo situaron en mi particular parnaso literario. Su última novela, en un plano superficial, podría resumirse como la historia de una obsesión enfermiza: la que empieza el día que el acomodado Kemal conoce a Füsun, una prima lejana de condición humilde, quien es la dependienta del bazar donde él acude para comprarle un obsequio a su novia Sibel.
Así como una mirada es el detonante para una historia, los recuerdos tangibles que irá atesorando Kemal a lo largo de varios años le permitirán reconstruir su relación con la enigmática Füsun (recordar aquellos instantes de felicidad compartida, regodearse en el dolor hecho de ausencias y desencuentros, erigirle un Museo en su honor), así como su entorno y circunstancias (todo un catálogo de las costumbres e idiosincrasia de la sociedad estambulí), esto debido a su condición privilegiada como miembro de la clase alta y a sus errabundeos por lugares si bien no vedados para los de su condición, sí poco frecuentados.
Confieso que el posesivo y obseso Kemal me resultó un personaje difícil de comprender. Alguien que, como ejemplo, reunió y enumeró 4213 colillas de cigarros que salían de la mano de su amada, pero que sobre el final de la novela revela su tragedia, sólo puede despertar sentimientos contradictorios y unas ganas tremendas por recorrer museos o hacerse de uno.

El corazón helado (Maxi Tusquets, 2009)
Esta novela me apetecía leer desde que aquí llegaron las primeras noticias de su innegable calidad literaria. Su prohibitivo precio confabuló para que yo la fuera relegando de mi lista de adquisiciones hasta que la olvidé para rescatarla de mi memoria al leer una serie de comentarios elogiosos en los blogs de Isi, La hierba roja y Carmina, a la vez que me enteraba de su publicación en un formato más económico el cual tardó lo suyo en llegar a librerías limeñas.
El corazón helado es una novela apasionante de principio a fin. Pulcramente narrada, alterna capítulos en primera y tercera persona; que mediante saltos temporales y espaciales nos hace partícipes de situaciones de tensión, intriga, delación, traición, infamia, rencor y sentimientos más elevados como el amor en todas sus variantes, la piedad, la solidaridad, gracias a un amplio abanico de personajes secundarios, casi todos acertadamente perfilados, que participan de la trama y de un hecho trascendental en la vida de muchos españoles como fue la guerra civil y sus consecuencias para vencedores (muchos de ellos descarados oportunistas) y vencidos (los que se quedaron y quienes vivieron su condición de emigrantes en Francia, luego de pasar una serie de  vicisitudes hasta la incierta condición que vislumbraba la muerte de Franco). Lo roles protagónicos recaen en Álvaro Carrión (con voz propia), Raquel Fernández Perea, Julio Carrión González, el padre del primero, e Ignacio Fernández Muñoz, el abuelo de la segunda.
Tras la muerte de Julio Carrión será Álvaro (uno de sus 5 hijos y el favorito) quien se encargará de abrir la caja de Pandora (cartas, fotos, documentos) que contiene los secretos familiares más insospechados que lo sobrepasarán y confrontarán con la ausente figura paterna y, por si fuera poco, ponen a prueba su amor por quien, hasta que los hechos no se aclaran del todo, sería la joven amante de su padre. Tienen que leer esta novela.

Ni de Eva ni de Adán
Luego de dar cuenta de semejante novelón, me apetecía leer algo más ligero. Como físicamente no tenía nada que se le parezca, recurrí a otro e-book de la Nothomb, mi sexto título de esta escritora belga, y es justo decir que no me defraudó.
La Nothomb que me está gustando es la supuestamente autobiográfica, la menos retorcida, la que no se va por las ramas. o si lo hace, vuelve al avispero. De lejos prefiero a esa loca desfachatada e inofensiva que es su álter ego, la de Estupor y temblores y de esta novelita; la que se alucina Zaratustra, Dios. La que prefiere las huidas poco gloriosas antes que dejarse atrapar, porque "el único deshonor es no ser libre".
A ver si en la FIL del mes de julio me compro uno de sus libros. Creo que ya es hora. Si es en Quinteto, mucho mejor.

El sueño de Inocencio (Planeta, 2006)
Recuerdo claramente que me llamó la atención esta novela cuando la vi en abril del 2007. Puedo asegurar que sucedió en abril porque es un mes especial para las letras castellanas; yo me encontraba en una conocida librería sanisidrina y no me llevé la novela de Laveaga porque otro libro capturó mi interés y centavos, además que decían que su autor, el colombiano Fernando Vallejo, nos iba a visitar con motivo de la FIL de ese año (terminó plantándonos), a propósito de su más reciente publicación La puta de Babilonia (Planeta, 2007) cuyo ejemplar llevé a casa y al término de su lectura (no recomendable para todos) mereció algunas líneas en un post libresco.
Recién este año pude reencontrarme con esta novela histórica a un precio de ensueño (prácticamente la cuarta parte de su valor) y disfruté de la narración, lineal pero no plana (cartas, diálogos evocadores de su figura, voces monologantes, enriquecen el desarrollo de la trama para la construcción del retrato de este controversial personaje), cuyo protagonista, como ya han podido inferir, es Lotario de Segni, quien accedió al trono papal con el nombre de Inocencio III (1198 – 1216), en la misma época en que vivieron Francisco de Asís, Domingo de Guzmán, Felipe II, el Augusto (rey de Francia), Simón de Montfort, entre otros personajes históricos.

¡Hasta la próxima!

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